jueves, 31 de enero de 2013

SHAMELESS: QUIERO SER FIONA GALLAGUER

Queridas cuarentonas/cuarentañeras, advertidas quedáis; en este post voy a escribir sobre Shameless, la serie más irreverente, ácida,  gamberra y políticamente incorrecta de cuantas he visto. Así que, puritanas, mojigatas y escrupulosas, no perdáis el tiempo. Yo por mi parte, aún sacudida por el impacto emocional del último capítulo, intentaré defender lo "teóricamente indefendible". Y digo teóricamente indefendible porque ya he tenido más de un rifi-rafe dialéctico con algunas personas que no han podido ver/resistir/aguantar más de tres minutos seguidos de la serie..¡normal! Es MUY fuerte y no apta para un sinfín de públicos. En todos los sentidos.

Así que vuelvo al principio: Shameless es irreverente, ácida, gamberra, políticamente incorrecta...Sí. Todo eso. Pero además es la serie más entrañable, positiva, tierna y optimista que se podía rodar. Por eso me gusta. Por eso me he vuelto una completa adicta a la familia Gallaguer. Por eso espero con auténtica ansiedad que llegue el domingo. Por eso de mayor quiero ser Fiona.


Cuesta mucho defender lo que a priori parece "malo".  Y eso es exactamente lo que logra la serie; vapulea tus cimientos y los pone patas arriba. De repente te ves a tí misma justificando lo injustificable; mirando con cariño a un padre alcoholizado que se gasta el dinero de sus hijos en drogas sin importarle un bledo si los seis chavales van a poder comer ese día.

Muchas veces he intentado imaginar la primera reunión entre el Director de Shameless proponiendo a la cadena una serie de este corte: "...verás, Menganito, todo gira en torno a una familia desestructurada formada por un padre alcohólico e inmoral y sus seis hijos. El clan está capitaneado por la hija mayor, Fiona, una joven veinteañera de vida desordenada que todos los días debe luchar contra un millar de desgracias para que sus hermanos lleven una "vida normal". Lip, otro de los hijos, es un superdortado de talento echado a perder que vive del trapicheo. El tercer hijo, Ian, es un adolescente homosexual que acaba de ennoviarse con un delincuente violento y asqueroso. Para la pequeña Debbie, de diez años, las drogas y el sexo son algo normal. Otro de los Gallaguer, Ethan, es el típico niño que ninguna madre querría cerca de sus hijos; es malo-malísimo, disfruta torturando a los animales y adora las armas. Ah, y por último el bebé de la casa...un negrito que va de mano en mano porque le cuidan entre todos...con los riesgos que ello implica, claro"...Lo dicho...os imagináis la cara del responsable de Channel 4?. Yo no.


Porque en la serie, aparentemente NADA está bien. NADA es legal. Y sin embargo, acabas justificándolo TODO.¿Y sabéis por qué?...porque Shameless en el fondo es una lección vital; la demostración de que los valores más humanos y valiosos pueden surgir incluso del caos y la maldad. Shameless es todo eso y más; es una inyección de B-12; es la inmoralidad hecha virtud...un tsunami de ternura. No hay hermanos más unidos que los Gallaguer. Son capaces de TODO por defender el clan...perdonan al degenerado del padre una y otra vez. Se apoyan entre sí, se protegen. Los niños han madurado a base de golpes...no tienen un duro, todas las desgracias se ceban en la familia, la mala suerte les persigue.Y en medio de ese caos, mi adorada y admirada Fiona...la chica barriobajera más bonita, buena y adorable que haya parido el celuloide.Cuando parece que van a levantar cabeza, ¡zas!, la vida les sacude de nuevo...y a pesar de todo, son felices. ¿no es increíble?


Por eso me voy tocada todos los domingos a la cama. Las tramas son tan fuertes y la empatía que estableces con los Gallaguer tan profunda, que resulta inevitable ponerse en su piel y sufrir con ellos...ojo...y disfrutar también, porque hay que ver las juergas que se corren.
 Ay!!! qué necia es la condición humana, que tenemos que ver lo mal que lo pasan algunos para recordar lo bien que estamos nosotros!

Por eso cada vez que algo horrible sucede en el capítulo (que por cierto, suele ser cada 30 segundos), me cubro la cara con el cojín y suelto un "joder, esta vez sí que se han pasado". Lo milagroso es que en el siguiente plano ya lo has perdonado todo. Da igual lo que hagan: secuestrar a una enferma de Alzheimer para no perder la pensión de su abuela, darle un valium a un bebé para que deje de llorar, suministrarle cocaína al padre para que se levante...acabas justificando todo lo que hagan aunque sea políticamente incorrecto. Es justo lo que le dirías a tus hijos que no hicieran jamás...y eso le descoloca a cualquiera
En fin...¿irreverente? ¿transgresora? ¿incorrecta?...No. No hay adjetivos que definan su grandeza. Para mi es, sencillamente magnífica....un claro ejemplo de la máxima que siempre he defendido: en esta vida todo es relativo. No hay verdades absolutas. No todo es blanco o negro; hay grises, muuuuchos matices de gris.Y ahí en medio está Shameless.. Desbaratando mi conciencia cada domingo y poniendo a prueba mi moral. Y eso me gusta.

* La versión americana de Shameless está basada en la serie homónima inglesa que emite Channel 4. En España podéis ver la tercera temporada en versión original los domingos a las 21,30 en Canal Plus Comedia

1 comentario:

  1. Estimada mujer de 40,

    Rastreando por la red la serie Shameless, doy con tu blog y leo lo escrito. De entrada, no me doy por aludido cuando mencionas al inicio de tu entrada “queridas cuarentonas/cuarentañeras…”, varón que es uno, pero sí por el rango de edades… y por todo lo que expones en ella.

    Fiona es ejemplar. Te doy la razón. Nadie lo diría al asomarse a la serie. Para ello, hay que haberse dejado seducir por ella y por todos los que pululan por ella, que sobreviven con lo puesto y que manejan lo poco a su alcance con admirable astucia y creatividad. Sin llevarse a engaños, que yo en el lugar de cualquiera de ellos, me tiro por un puente –directamente-, hay que reconocer que los envidio. Más bien les envidio la capacidad que tienen de ser consistentes, de un extraño modo, íntegros, y de formar una familia, atípica a más no poder, pero muy unida en su desunión.

    Como decía, he disfrutado de tu entrada y como tú, e imagino que como muchas de tus lectoras, también yo espero las nuevas entregas con impaciencia, y una anticipada fruición, que lejos de ser emocional ¡es muy, pero que muy, orgánica!

    Un saludo,
    Sergio

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