viernes, 8 de mayo de 2015

ESCENAS DE PLAYA

Hola, cuarentañer@s!  Después de una semana muy, muy durita, decidí largarme este puente a la playa para, literalmente, DE-SA-PA-RE-CER. Además, ¿el domingo no era el día de la madre?...pues eso, allá que me fui con dos de mis cachorros...a disfrutar de la maternidad! Y vaya si lo hice!; un 80% debido al sol, el mar, las cañitas en la tumbona, mi lectura de El Jilguero (que me tiene absolutamente abducida), esas cabezaditas clandestinas que dejan tu dignidad a la altura de la arena...y a la absoluta autonomía de mis hijos. Pero no os voy a mentir; del 20% restante de de ese goce tuvo culpa mi voyeurismo incurable...a ver, voyeurismo del bueno...entendido NO como una conducta parafílica, sino como la costumbre de observar atentamente a los demás. Con descaro, vaya. ¡¡¡Y es que no puedo evitarlooo!!!...máxime cuando estoy absolutamente embebida en mi ebook y de repente oigo cómo una vieja repija le espeta a su santo: "Enrique, con los cordones del bañador por dentro y la etiqueta por fuera pareces talmente un es-ce-ho-mo"...¡ TALmente un ESce hommo!...me moríiiiiia. Así que, después de muchos esfuerzos por concentrarme en la novela, me rendí. Y qué hice? MIRAR. Y qué vi?...pueees...básicamente...lo que no quiero llegar a ser. No quiero quedarme dormida espatarrá con la boca abierta, no quiero que nadie se entere a gritos de lo muuuucho que quiero a mi hijo, no quiero  salir del agua con medio culo tapado y medio fuera...pero lo que de verdad, de verdad, de verdad  me horrorizaría, sería tomarme una cerveza con mi pareja SIN CONVERSAR. Y eso fue lo que más me impactó; en el restaurante de la playa había muchas parejas jovencitas con sus retoños que ni siquiera se miraban a la cara; cada cual con su móvil...sin hablar...compartiendo qué?...NADA...o sí: las ganas de tener otra vida. A saber cuál era la historia de cada uno de ellos. Claro, que para eso estoy yo con mi desquiciada imaginación, dando por hecho que todos eran absolutamente infelices después de haberse convertido en una mala copia de sus padres. Porque no nos engañemos; la maternidad/paternidad es dura, pero ir con un bebé a la playa ¡es un auténtico coñazo!. Sólo preparar la bolsa consume la energía de cualquiera: los pañales, la crema para el culo, toallitas húmedas, biberón, babero, chupetes varios, cucharita, potito, muda-de-por-si-acaso, protector solar, un "algo" para arropar a la criatura por-si-acaso-se duerme, juguetitos, tres toallas (una para secarle, otra que acote la zona franca donde se sentará y otra de-por si-acaso), bolsa para los pañales sucios y por supuesto el gorrito. Pero el mérito no es meterlo todo en una bolsa de 70 litros de capacidad, no. El verdadero reto consiste en colgarla de la silla de paseo sin que ésta vuelque por exceso de peso con el bebé dentro.
Ayyyyy...dónde quedaron esas jornadas playeras de rollo chill out...cuando sólo había que preocuparse de bajar a la playa con un bikini mínimo e ideal (con un cuerpo mínimo e ideal también, claro) y conseguir una cerveza bien fresquita...o dos...¡o tres mojitos!...o un copazo al atardecer. Qué más daba...total, no había prisa, ni horario, ni preocupaciones. Por no hablar del amor...Ayyyyyy...ese amor desbocado contemplando la puesta de sol con un güisquito en la mano, imaginando lo placentera que sería la vida con ese tiaco sieeeeeempre a tu lado, con niños moniiiisimos que dormirían placidamente en su carrito mientras tú y tu pareja, (que por supuesto con el tiempo habríais ganado en belleza), contemplaríais la bola del sol bajar saboreando un Château D'Yquem...Ayyyyy!!! PERO NO. Seguramente la mayoría de las parejas que el otro día ni se miraban en el chiringuito (porque bastante tenían con entretener a su bebé llorón), también imaginaron que sus futuros días en la playa serían idílicos, perfectos, y llenos de amor. Me entró un repentino ataque de solidaridad (porque anda que no he sufrido yo las jornadas playeras con bebés) y tuve muchísimas ganas de decirles "QUE SÍIII, que la buena noticia es que esta etapa pasa!!!, y que luego, cuando los niños crecen y son autosuficientes y no tienes que bajar a la playa como un sherpa nepalí porque ellos ya meten sus cascos, su toalla y su movil en una mochila, tú vuelves a poder leer, quedarte dormida en la tumbona (a pesar de lo poco glamuroso que resulta), y POR SUPUESTO tomarte una maravillosa cerveza helada (o cuatro) disfrutando de una conversación adulta con tus hijos... TODO LLEGA...pero queridos, hay que pasarlo!
Así que, para celebrar lo felicísima que me sentía y de paso darles un poco de envidia, me pedí otra cañita...Y en esos pensamientos me perdí.

PD: mi cuerpo ya no es mínimo ni ideal, pero más de un "esce homo" me echó unas miraditas que para sí las hubiera querido Angelina Jolie. JA






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